jueves, 22 de abril de 2010

One cigarrete please


A Cindy Vega
A veces, los hombres dan todo lo que tienen para cambiar las cosas un poco,
sin saber que dando lo mínimo pueden cambiar lo más.

Le Bruyere

Todos en el apartamento disfrutábamos de una tranquilidad de esas que solo se pueden tener cuando se sabe que la botellas de vino y los cigarros son suficientes como para no salir en toda lo noche por ellos.

Sofía hablaba sobre la vez que su novio después de consumir LSD en sus vacaciones de invierno, la miro como un frondoso árbol y sin pensarlo, saco su hacha para poder hacer con ella pequeños pedazos de leña, para que así los dos no pasaran frío. Todos reían y Raúl se apenaba y cariñosamente decía – Es que la quiero tanto que quería calentarla bien- Todo era de un clima perfecto y el ambiente prometía que la futura velada seria perfecta. Ese día habíamos decidido no usar nada ilegal para no pasar por más experiencias como la que Sofía nos había contado, así que nos abastecimos con suficiente vino y cigarros. Pero de pronto llego una linda chica que al pasar la puerta de la cocina, que era donde nosotros nos encontrábamos nos miro y tras una mirada radiográfica nos dijo dulcemente “one cigarrete please” y de pronto abrí uno de los más de 20 paquetes grandes que teníamos para esa noche. Pero lo que paso luego fue increíble, la chica de mirada apagada sorbía su cigarrillo de manera tan rápida que parecía que después del último sorbo saldría corriendo a toda prisa, pero en vez de irse me miraba con una sonrisa encantadora y de pronto se acercaba con su “one cigarrte please” con la frecuencia que las olas se acercan a la playa. Mientras tanto yo la miraba fijamente como quien espera una recompensa después de ser su proveedor de cigarros. La noche seguía su rumbo, el clima un poco frío hacia que el vino se derramara en las copas con mas prontitud que en una fiesta que se da en verano, -no hay nada mejor para combatir el frío que unas cuantas botellas de vino- les repetía, mientras levantaba la copa por la salud de todos. Después de dos horas que la pequeña joven entrara a nuestra fiesta, ya se había consumido 60 cigarros, ya que eran dos cigarros por minuto mas los cigarros que 6 personas mas tomábamos a un ritmo que entre todos no alcanzaríamos a la tipa. A parte de eso, mirábamos que el vino se iba rápidamente, pues nuestro personaje era también habido para beber, y dijo que para no ensuciar las copas ella mejor tomaría de la botella. Ella bien sabía que nos importaba un carajo si ensuciaba todas las copas, lo que nos importaba era que el vino no se esfumara tan a prisa, pero a ella también le importaba un carajo lo que nosotros pensáramos así que cada 50 minutos iba a la alacena para recoger una nueva botella y ya ni siquiera pedía permiso para entrar, si no que éramos nosotros los que pedíamos permiso para entrar a la cocina de la cual ella ya se había adueñado. Después de cuatro horas eran considerables las cantidades de vino y de cigarros que ya no teníamos. Todos estábamos a la expectativa de la hora en que la chica caería al suelo por las grandes dosis de alcohol que había consumido. Las horas pasaban y en vez de sucumbir, ella reía mas y mas y a veces hacia pequeños comentarios sobre lo que hablábamos y entonces viendo que era imposible negarle vino y botella a esa encantadora criatura, nos interesamos en que estuviera mas cerca, pues ya que no caía al suelo, por lo menos esperábamos que cayera en la cama con alguno de nosotros. Así que nos acercábamos más a ella, pero astutamente lo aprovechaba para duplicar sus dosis de consumo ya que también tomaba de nuestras copas. Al cabo de un rato eran casi las 5 de la mañana, todos mis amigos estaban dormidos de tanto beber, la mitad de las copas estaban rotas, y las vacías botellas de vino le daban al lugar un pequeño toque de antigua elegancia. A las 6 de la mañana lo único que quedaba era la mitad de una botella de vino que se encontraba en las manos de nuestra querida amiga. Yo esperaba como se espera la salud entre una grave enfermedad, que esa mitad fuera lo que por fin la hiciera irse conmigo a la cama. Mientras platicábamos ella hacia comentarios más lucidos que cuando llego y al cabo de un rato las ultimas gotas de vino caían al abismo infinito de su boca. Cuando al fin puso la botella sobre la mesa, me quedo mirando tiernamente,-ha valido la pena esperar toda la noche- me dije. Cuando se me acerco sigilosamente como una pequeña gata y me miro intensamente con sus grandes ojos y hermosas pestañas. Luego se acercó aun más y rozando con sus carnosos labios a mi oído me repitió “one cigarrete please” y pensando que todo estaba consumado, le entregue el último cigarro que quedaba. Al prenderlo se sonrío conmigo, se dio la vuelta y se fue sin decir adiós.

domingo, 18 de abril de 2010

EL BURRO INTELECTUAL




/ A Ramón: digno ejemplar equino/

Un día, el burro se levantó como de costumbre. Hizó sus rebuznos matutinos y luego se preparó para ir a la universidad. Al salir de casa, su madre le recordó que dejaba los libros en la mesa, pero él, con sus orejas altas y sus dientes llenos de pasto, le dijo que no había nacido para ser un burro de carga, que para eso iba a la universidad. Así que sin más, salió por la ventana, dejando sus libros abandonados.

miércoles, 7 de abril de 2010

Me iré nunca (viaje hacia una pesadilla)



Hay maneras de darle a entender a la humanidad soñadora que los sueños son solo un  artificio de nuestra mente, para empujarnos a dar el mal  paso en el camino quebrado de nuestra vida.

Trigueros, (a su manera) le dice al hombre que busca sus sueños, que antes de emprenderlos, palpe en lo mas íntimo de su ser, para ver si el viaje hacía ellos, no será el peor que emprenda en su existencia.

Ulises, personaje principal del cuento, quiere viajar hacía donde la brújula indica la altitud, ignorando que cuando estamos arriba, la caída puede venir rápida y fatal. Pero luego la pesadilla de un viaje le hace ver en escenas humanamente dantescas su futuro, y ve en él, que no es el mismo futuro que el del Ulises que nos hablaba Homero, aquel que su Penélope podría esperarlo como una roca inviolable. Aquí, las cosas son distintas, su mujer se desespera y en busca de no perder las delicias de su última juventud se lanza a la derrota dejando todo abandonado. Sus pequeñas, sufren la distancia y a falta de la figura paternal, una de ellas busca otra figura parecida a ésta, aunque lo que recibe de ésta, no tienen nada de paterno. Así, la pesadilla de Ulises hace que al despertar, decida que se ira nunca. Porque es de sabios, creer más en nuestras pesadillas que creer en los sueños que solo sirven para empujarnos a dar el paso en el camino quebrado de nuestra vida.


27.03.10