sábado, 30 de julio de 2011

El ateo que era Dios


A Jorge Martinez

Jorge se levantó y su sueño era peor del que tenía antes de acostarse, pero las obligaciones le obligaban a dejar su cama para trabajar. Al salir, siempre pensaba en la inexistencia de la existencia, en el todo de la nada y en el supuesto ser superior que debatía sus puntos de vista.


Entró a la pequeña biblioteca donde trabajaba y tomó unos cuantos libros. Uno de Platón, uno de Spinoza y otro de Bretón. Pasaba su mirada sobre las líneas sin mucha atención, porque no se concentraba al meditar los siguiente; -
el humano cree sin fundamentos, cuando los hay, estos no son muy validos, cuando tienen validez, no todos los creen… en fin, el humano es un idiota en busca del infinito, cuando puede encontrar muchas cosas finitas sin pensar tanto- siguió hojeando los libros, cuando de pronto al ver uno de los estantes, le llamó la atención uno de cuentos que nunca había mirado, y así como hechizado, lo cogió y lo abrió al azar. Era la pagina 117 y había un cuento titulado “la revelación del tiempo”. Jorge lo abrió y leyó lo siguiente;

-había un dios, que se propuso crear un mundo lleno de humanos .Los creó con un poco de raciocinio, con gustos distintos, con voces distintas y diferentes miradas. Pero al verlos andar, se dio cuenta de que cometió un grave error. No les susurró al oído cual era su razón de ser, ni de donde venían, ni para donde iban. Los miraba divagar, pelear por sus puntos de vista y hasta matarse por ellos. Entonces el dios se dijo que como castigo a su error, se haría hombre y andaría caminando como todos, sin saber quien era, sin saber adonde ir, sin saber nada. Pero antes dejó escrito un libro, libro que contenía un solo cuento y el libro estaría tirado en alguna parte del mundo y el azar le haría leerlo cuando hubiera terminado su castigo. Después de leer el libro, el dios despertaría al dormir y se daría cuenta de la revelación del tiempo- Jorge siguió leyendo y el cuento terminó así-lector… fíjate bien si hay mas cuentos antes de cerrar el libro, pues este cuento debe ser uno, como dios, y con un solo lector-

Jorge no quiso mirar las páginas anteriores y posteriores, porque le pareció absurdo creer en algo como eso. Era intolerable que un escritor creyera que sus lectores tendrían tanta imaginación como para crear algo tan ridículo. Pero ¿Qué perdía al mirar las otras paginas del libro? Le dio vuelta al la siguiente pagina… nada, busco al principio del libro… y nada ¡esto si que era una broma muy tonta de parte de cualquiera! ¿Hacerle creer a alguien semejante estupidez? Jorge se enojó, y tiró el libro a la basura. Luego de llegar a su casa y al caer la noche, le sobrevino un sueño muy pesado, se acostó, pero antes de cerrar sus ojos recordó una pequeña parte del cuento que decía “
y dios despertaría al dormir”. Y así fue, cuando cerró sus ojos, los abrió para siempre... Y Comenzó a reír a carcajadas, al recordar que fue tan ateo, que no creyó ni en el mismo cuento que había hecho, pues lo había tachado de tonto, aunque ese cuento le dio la razón de nuevo.