miércoles, 3 de marzo de 2010

Chesterton y su equilibrio de un jueves


“The man who was Thursday” no fue en vano uno de las obras de cabecera de Borges. Imagino que fue y a de ser la obra de cabecera de quienes tienen el gusto inclinado a los arrebatos sorpresivos, a las disputas incoherentes mas llenas de coherencia, a las aventuras que solo pueden ser superadas por los sueños mas inalcanzables, Y a las ideas veloces, listas para chocar en las sienes del que esta atrapado por la misma velocidad.
Chesterton nos pone a cada lado de la moneda, la arbitrariedad es necesaria para mantener el equilibrio, pero sin anarquistas obcecados a exterminar de la tierra al hombre y su creación y sin policías obcecados de igual manera a exterminar a los anarquistas y sus creaciones, el equilibrio dejaría de ser. ¿Y como dejar fuera a los poetas de el equilibrio de esta obra? Imposible. El poeta esta en medio de la destrucción y la salvación. El mismo es la bomba y la medicina, por una parte Chesterton nos dice; “El artista es uno con el anarquista. Artista es el que lanza una bomba, porque todo lo sacrifica a un supremo instante, para él es más un relámpago deslumbrador, el estruendo de una detonación perfecta, que los vulgares cuerpos de unos cuantos policías sin contorno definido. El artista niega todo gobierno, acaba con toda convención. Sólo el desorden le place al poeta…” y por otra parte; “Syme era el poeta que busca la luz moderada en forma, en sol y en estrellas. El filósofo ama, a veces lo infinito; el poeta ama siempre lo infinito. Para éste, el gran día del universo no lo es tanto el de la creación de la luz como el de la creación del sol y de la luna.” Así, si uno busca la destrucción el otro busca la forma perfecta. Y aunque a veces, luego de la destrucción aparezca la nueva forma, así a veces la forma es en si, la destrucción completa. Si yo hubiera nacido en esa obra, sin duda alguna hubiera sido jueves.