domingo, 22 de diciembre de 2013

BLANCA NAVIDAD



Salís feliz del trabajo por los aguinaldos que doblan los ánimos y las ganas de enamorarte de alguna tipa que no sea tan fea como las chicas que frecuentan los bares del centro, para no pasar otras fiestas acariciándole el pelo a la soledad. Al llegar al primer bar que te encontrás, saludas amenamente a los desconocidos y te sentás en la barra como rey y señor de algún reino lejano, ya que solo vos entendés tu grandeza. Le invitas un trago a la chica que te atiende, porque a pesar de que ni te dio las buenas cuando entraste, te pareció que la sonrisa de maldad dibujada en su rostro era algo así como un saludo disimulado. Los tipos que ya llevan en una de las mesas un par de horas te invitan a sentarte con ellos. Feliz por el gesto les agradeces y les haces el honor llevando a la mesa una caja de cervezas que terminará tan pronto como termina tu dinero en los casinos en los días de mala racha. Las cosas van bien, ellos te escuchan atentamente, escuchan sobre tus achaques, tus manías, tus dolores prematuros de hígado, sobre tu relación pasada que fue peor que leer a Lezama Lima a los 8 años, una relación muy jodida y aburrida y luego que ni sabías que significaba todo eso del amor, cuando solo recibiste puñales. La chica de la mesa es la más atenta, parece que desde que llegaste le ha soltado la mano al tipo con el que estaba y ahora esa mano busca la tuya, y sin querer los dedos se rozan y tu otra mano automáticamente se levanta para pedirle al mesero algo especial para la ocasión, te dicen que para celebrar lo mejor es un Dom Pérignon, la tipa te toma más fuerte de la mano y te pide que compres algo de nieve, con sus labios rozando húmedamente tus orejas. No te negás y le decís que la navidad sin nieve no es navidad. Entonces compras lo suficiente para que todos se abriguen anticipadamente por la temporada que se avecina a su mesa. Al rato, ya no es una botella de Champagne la que está tirada como una fina mujer  alcohólica, sino que son tres, como si las imperiales les recordaran los malos tiempos en donde no se podía vivir con lo poco que pagaban en la oficina. Luego, al pasar las horas, así de rápido como pasaron las mujeres en tu vida, ves a tu lado y lo que ves es a un tipo extraño y con el sostén de lado mostrando por pecho una pelota de calcetines y su maquillaje corrido de tanto llanto por la alegría de la ocasión, le hace descubrir su fisonomía de macho afeminado, que ya no tiene su mano sobre tu mano sino en tus bolsillos, de dónde saca dinero en confianza para un paquete de cigarrillos, de los cuales no probarás ni un solo sorbo. Caes rendido bajo la mesa, el viento, la nieve, la fina humedad cayó sobre vos como una tempestad. Al levantar la vista, ves un rotulo que dice “Marry Christmas” caído de un lado y sostenido por un clavo oxidado, que de viejo, más parece un clavo de la cruz del Cristo.  Feliz navidad te decís y cerras los ojos, con la esperanza de no abrirlos, de no volver a abrirlos,  hasta que sea la próxima navidad, para poder comprarte la nieve que te negó el destino, por haber nacido en un país donde lo blanco es apenas el vago reflejo de una nube en el cielo.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Regina José Galindo



A Regina José Galindo la vi por vez primera en la ciudad de Granada en Nicaragua. Nos cruzamos unas palabras, me dijo que le saludara a Mayra Oyuela y se perdió de mi vista. Luego, al paso de estos meses, su nombre había aparecido en algunas ocasiones, más que todo, en las que con ciertos artistas hablábamos sobre el vacío del arte objeto y de los pobres performances que usualmente son presentados en los pocos espacios que tenemos para este tipo de manifestaciones. El nombre de Regina sonaba siempre para aludir que no todo era así, ya que su trabajo era de una calidad y de un fondo, que hacía que sus obras estuvieran en las bocas de todos los que gustan del buen Performance. Hasta hace unos minutos, no sé si más por la excusa de que las lecturas me quitan todo el tiempo, o por la cantidad de tiempo que pierdo en las redes sociales, he podido ver un pequeño documental sobre la obra de esta artista, documental que recoge pequeños momentos de sus impactantes Performances y que me han dejado con la sana intención de buscar más de una obra que muestra la historia no solo de una mujer o de un país, o de las mujeres del mundo entero, en sociedades donde la violencia es un estigma que la mayoría debe cargar, si no la de un mundo agonizante en dónde los seres que lo habitan pueden verse reflejados en cada una de las piezas expuestas. La impotencia, el temor, la humillación, la soledad, el dolor y la muerte, son calles por donde transitamos al ver las piezas de Regina José Galindo, pero la intensidad de estos sentimientos, hace que a pesar de sentirnos un poco golpeados, abrumados, enfermos, nos atraiga de manera adictiva, pues las obras son un espejo en dónde nos vemos reflejados hasta lo enfermo, lo monstruoso, pero los humanos no quebraremos el espejo, somos demasiado vanidosos y por ende nos seguiremos viendo en él. Sin más que decir, hay que conocer la obra de esta artista, ya que no regresaremos vacíos frente a ella, pues si en algo es profesional Regina, es en dejar una profunda huella en nuestra psiquis.

martes, 22 de octubre de 2013

Un lugar llamado Soledad

fotografía de Juan Rulfo


Me contaron que los hombres y mujeres que llegaban a Soledad eran innumerables. Era casi imposible describir el tráfico, el ruido, el calor, el olor a sudor acumulándose en todo el ambiente. Todos llegaban con el propósito de sacrificarse ante la gran estatua que permanecía en el centro de la ciudad. Todos llegaban, levantaban sus puñales y se sacaban el corazón en ofrecimiento. Se desangraban, se retorcían y el músculo palpitaba con más violencia mientras los cuerpos comenzaban a descomponerse. Un peregrino de los innumerables que llegaban a la ciudad, al estar parado frente a la estatua y listo para abrirse el pecho y hacer su sacrificio, resolvió en ese mismo instante, que al final no valdría la pena entregar el corazón a un monumento que no se inmutaba con tanto dolor a su alrededor. Guardó su puñal, se dio la vuelta para regresar a su camino y al estar parado en la salida de la ciudad, miró de nuevo hacia atrás. La estatua caía como empujada por un viento huracanado y al hacerse pedazos, los cuerpos podridos que se retorcían comenzaron a erguirse, y hombre y mujeres se estrechaban entre sus pechos y tomaban una parte de los pedazos que pertenecían a la gigantesca estatua, y se lo ponían al otro en ese mismo espacio en donde antes tenían el corazón. Entonces sintió vergüenza por haber intentado hacer un poco más grande la gigantesca estatua que muchos habían construido a costa de su propio dolor. Pero sonrió, porque sabía que entre más y más se abrazara esa masa que estaba en el centro de la ciudad, la ciudad misma desaparecería para siempre, entre el polvo de la alegre danza que ahora les embriagaba el corazón a los que caminaban de nuevo.

martes, 15 de octubre de 2013

NARRATIVA GUATEMALTECA ACTUAL



Ni hermosa ni maldita es el título con que se nombra a la última antología de narrativa actual guatemalteca, que salió el pasado año, bajo el sello de Alfaguara. El viaje por este libro es como abrir una ventana en el edificio más alto de la ciudad y poner un telescopio apuntando a diferentes lugares y a diferentes horas, para observar ese ámbito de tráfico y calles sucias, de travestis y discotecas, delincuencia y violaciones, de drogas y locos deambulando por ella, siendo los personajes, piezas que construyen la gran historia cotidiana de una sociedad. Guatemala del S. XXI ajetreada y convulsa, minando día a día las mentes de sus habitantes hasta que la explosión llega, Cómo sucede en el fragmento “Un día en la vida de Oscar” y entonces es imposible volver a la normalidad. Por eso hay unos que prefieren irse dejando todo atrás, o mejor olvidarlo todo con líneas gigantescas de cocaína que dibujen la salida y litros de alcohol y piedra, en un apartamento o en la playa, esperando en una banca el momento de caminar hacia la libertad, no una de estatua atrapada entre la tierra y el mar, sino una libertad real, una que  no se puede tener sin críticas en un país tan conservador. Si la literatura es un espejo de la sociedad, este libro no contribuye a que los extranjeros llamen a su agencia de viaje para dar un tour por estás calles de Guatemala, pero la literatura no es publicidad, en este caso se ha pintado tal y como se ve desde los jóvenes que caminan sobre esas calles, manchadas de sangre y vómito, de pasos alejándose cada vez más al norte, para dejar atrás el laberinto en donde son presas del minotauro llamado existencia. A pesar de que el libro pinta muy bien la sociedad, la narración de algunos autores es plana, tan plana que si no fuera porque el tema  coincide con el todo, imagino que no estarían adornando esas 175 páginas. Pero hay que leerlo, hay que darse una vuelta por esas calles construidas a fuerza de tecleo, y sobre todo hay que estar ahí, para saber que en esa Guatemala construida de golpes, hay más que 24 historias que vivir. 

martes, 3 de septiembre de 2013

ANTIEVANGELIOS ( Manolo Mujica)

Estos textos de Manolo Mujica titulados “ANTIEVANGELIOS”  cayeron en mis manos en el 2009, días antes de que se hiciera la presentación del mismo libro,  antes que el autor tuviera la obra impresa entre sus manos. Lo metí en mi  maleta y lo traje como un libro más, como la mayoría de los libros que al final no sirven si no para rellenar el vacío de nuestra casa, olvidándose del otro y más importante vacío; el hombre. Cuando lo leí por primera vez, sentí que lo maldito o visceral del texto no estaba ahí por esa especie de rebeldía juvenil que se da últimamente para llamar la atención. Pude sentir el aliento de un desdichado, de un vagabundo asesinando las palabras a diario con una granada para teñir “el cielo de ideas”.  Un hombre en busca de la que se fue, sin la esperanza de encontrarla, sin esperanza, cómo buen poeta pesimista. He leído el libro varías veces, lo he prestado a algunas personas con criterio y todas han estado liviana o potentemente encantadas con esta visión de un hombre que detesta a los hombres felices, y cómo no, si la felicidad es algo que camina siempre de lado opuesto al poeta y entonces se llega a la pesada conclusión de dejar que todo se pudra y así poder pintar el paisaje de nuestra caída, cómo huella profunda para que  no se olvide la realidad de la que escapamos día a día, con la herramienta de nuestra ceguéz. Aquí una muestra de esta fruta prohibida, yo les aconsejo que no la muerdan, pero la tentación, la jodida tentación…

GÉNESIS

Nací triste. Con la nostalgia colgando de los
Ojos.
El médico informó a mi madre que traía un
Poema bajo el brazo, y ella decidió antes que
Criar a un poeta, darse un tiro.
Mi padre era un hombre que buscaba su futuro
En los charcos de las lluvias salvajes; se ahogó
En uno de ellos cuando cumplí 7 años.
Recientemente asesiné a mi hermano, le hartó
La vida, estaba cansado, me pidió de favor que
Acribillara su amargura antes de quedar demente
Como los abuelos; lo apuñalé en el pecho y la
Garganta.
Solo queda la mujer que amo, la que existe,
Y ahora, se ha ido.
Me dejó borracho, tirado en la cama: no quise
Levantarme, ningún mesías logró el milagro.
Me adherí a las sábanas como las heridas lo
Hacen a la gasa.
 Cerré los ojos, crecieron costras en mis párpados,
Llagas en mi sexo.
Mi cuerpo se hizo enjuto, deforme como los
Tubos de óleo que el pintor tira cuando el color
Se apaga.
En esta agonía escuché mi nombre emergiendo
De los labios de la que existe.
Así fue como me incorporé a pesar de las mareas
Cruentas en que me dejó.
Iré a buscarla. Quizá no vuelva. Escribiré mi viaje.


EL POETA ABANDONADO EN LA NADA

Qué hago,
So sólo sé
la filosofía de la pérdida?
Cómo me corrijo lo taciturno?
Como debo actuar
Si “la cortesana concebirá
Y dará a la luz un poeta
Y le pondrá por nombre Nihilmurti,
Que significa: Aspecto de nada”.

Para dónde moverse?
Dónde quedarse quieto?

La desesperación me abraza
Cómo si fuera un moribundo,
Y si lo soy,
Qué debo escribirte?

Quizá:
Tu abuela apareció en mis sueños
Y me consoló con su voz,
Ella desea que esté contigo
Y vino a contármelo,
No quise decirle nada,
Hacer promesas a las epifanías
Es llevar culebras en el cuello
Y en este momento
Hasta el apellido me pesa.

Y ahora qué?
Soportar el dolor provocado por el respiro,
Dejar mi currículum en algún cadáver
Antes que la nostalgia
Encuentre otro para cubrir la vacante,
Y comer arándanos o higos,
Y esperar mientras tu abuela te exhorta
A que regreses a los cables de mi cuerpo
Por donde fluye energía líquida,
O a que saltemos juntos,
Sin escalas,
Al abismo.

LA VERDAD DE UN DERVICHE
(Sobre un poema de Rumi)

Vagaba en los vestigios de un cerebro
Cuando cierto indigente
Que danzaba en círculos
Se acercó a mi beodés,
Me entregó un papiro
Con lo que parecían
Ideogramas y líneas.
He aquí mi traducción

“Algún día no bebas. Lo que más se oculta
Te embriagará entonces. Una luna ulterior
Llenará tus ojos y verás el infierno. Esa luna
Te arrancará la cabeza. Sé duro, de cualquier
Forma morirás.
Aquello donde la sangre galopa, marchita.
Quienes sueñan viven con miedo. Una noche el Cristo soñó timorato
Y acabó crucificado.
Luego sollozó tres días
Y fue resucitado por cobarde.
La mujer de Lot vio sus ilusiones vueltas sal.
La vida es para morir. La muerte para aprender.
Algunas personas viven alegres, los poetas no;
Se sientan en el umbral y escriben
O sodomizan a Eva quien explicó a Adán:
“Yo soy l manzana,
Cada noche debes morderme si deseas aprender
El hambre.
El poeta no puede dormir cuando siente bienestar,
Necesita la embriaguez. Quizá nunca termine su sed,
Quizá nunca tema ni sueñe,
Pero sus pesadillas sonarán como el río.
Las pesadillas se comen el corazón.
Todos los demonios oyen mi pensamiento.
Embriágome de mí.
En este instante el mundo arde inexorable.

Acuchillé al bastardo que escribió esto

Como si se tratase de un amor perdido.

viernes, 12 de julio de 2013

SUEÑO DEL CRUCIFICADO

Hay puñales en las sonrisas de los hombres; 
cuanto más cercanos son, más sangrientos.
                                                                                                                                        W. S


Esto de coleccionar cosas viejas me viene de mi padre. Recuerdo el pequeño jarrón con la figura de un dios maya que él tenía, en donde las viejas monedas, como sintiéndose presas de ese abismo, me hablaban con sus voces metálicas para que las dejara en rígida libertad sobre la mesa en donde las examinaba una a una. Ya después, me obsesioné con las piedras, iba a los ríos a buscarlas de formas y figuras distintas, y cuando con mis amigos caminábamos por alguna montaña, siempre regresaba más cansado que los demás, por las piedras que cargaba como un condenado en mi mochila. Es por eso que con el tiempo crecían mis fijaciones hacia ciertos objetos; luego fueron los billetes, después los viejos vinilos, últimamente han sido los libros antiguos con los que paso días y noches intoxicándome con los hongos que sus viejos dueños les heredaron en algún momento. Ahora voy a lugares donde sé que puedo encontrar alguna antigüedad y quedarme absorto pensando en las tantas manos y miradas muertas que un día se posaron sobre ellas, sobre las historias que han de guardar y que a fuerza de no salir, llegan a mí telepáticamente y entonces como un autómata, me muevo hacia ellas y las conservo como si fueran el sagrado grial de los templarios. Fue por eso que cuando miré esa cruz de plata, no pude separarme de ella, porque no era como las que había mirado en los catálogos de antigüedades, ni tampoco como las que había buscado por días y días en la web. Pero se notaba que no era común, que a lo mejor fue hecha por la mano de obra más cara del mundo, que a lo mejor está cruz fue la primera en existir y que a lo mejor Pedro, Lutero o el mismo Alesteir Crowley pudieron haberla tenido entre sus manos. Eso era lo que yo pensaba, pero si aun mis pensamientos respecto a la cruz fuesen falsos, no dudaba que la cruz definitivamente era de gran valor. La compré y la llevé a donde un joyero de confianza. Al examinarla por unos minutos, sacó una moneda de su caja fuerte, la cual por su apariencia, parecía que traía en si misma la avaricia de todos los hombres desde el comienzo del mundo.
    -Esta moneda de plata tiene dos mil años o un poco más. –Me Aclaró -Si ves detenidamente con esta lupa, podrás observar un rostro de hombre que está de perfil, con la frente calva y coronada de laureles. Es la figura del Cesar, el General Romano. Te la muestro porque la cruz que me traés, es de la misma plata de Palmira que solamente se encuentra en esa región del medio oriente que el imperio romano cobijó bajo su sombra. Y se nota por su acabado, que fue hecha, tal vez un siglo después de que el Cristo anduviera caminando por este enfermo mundo. ¿La vendés?...

Su pregunta fue lo último que escuché de él esa tarde. Salí del lugar y me fui a la casa a observarla con la minuciosidad que solo tenemos los coleccionistas, con ese detallismo y esa paciencia de arqueólogo que acaricia la esperanza de encontrar el último de los tesoros del mundo. Hay un dicho que dice que la felicidad que no se comparte no es completa. Fue por eso que le hablé a mi mejor amigo y le dije que viniera a casa de inmediato, que tenía algo valioso que mostrarle. Llegó a los pocos minutos y desde que miró la cruz pude notar que los únicos miembros de su cuerpo que se movían eran sus ojos, hasta ya pasados algunos minutos, sus manos tomaron la hermosa cruz y comenzaron a palparla con la delicadeza con que se toca a una virgen en su noche de bodas. Yo permanecía en silencio porque todavía me sentía extremadamente asombrado por el hallazgo y por la suerte de ser el dueño de tal objeto. Cuando mi amigo habló, lo único que dijo fue; es la cosa más hermosa que mis ojos han visto ¿recordás qué te dije cuando miré por vez primera a Helena? Esto lo sobrepasa, sí, lo sobrepasa… y así como hipnotizado se marchó sin decir más. Yo lo comprendí, porque al igual que él, me sentía anonadado ante esa cruz de plata, y cabe aclarar que no soy católico ni que de pequeño fui bautizado como para tener tanto fervor hacia la cruz como suelen tenerla los cristianos. Esto era algo que iba más allá, pero si no era y a lo mejor no seré un católico obcecado con el puño golpeándome el pecho, supe por fin, que era tener ese fervor religioso hacia una figura, aunque leí en la biblia que la idolatría es algo que no está bien, entonces es decir, que yo no estaba bien.
Las noches anteriores a la tragedia, soñaba con tierras lejanas. Con túnicas, balsas, corderos y mares violentos, con multitudes de hombres y mujeres que se arrastraban hacia una luz cegadora, y luego soñaba con besos, con espadas, con gritos y con llantos. Hasta que despertaba agitado y pensando en el por qué de esos sueños que tanto me agobiaban.
Recuerdo que un día regresé a donde el joyero y le pregunté así de repente:
-¿Cuanto pesa su moneda de plata? Y me dijo que pesaba 107 gramos. Le dije que me prestara su balanza, puse mi cruz sobre ella y la balanza marcó 3,210 gramos. Y me fui sin más, como queriendo olvidar esa visita impulsiva.

Luego, esa misma tarde, fue cuando mi amigo regresó a visitarme, lo noté un poco extraño, le pregunté que le sucedía y me dijo que eran problemas con su mujer, que yo ya sabía que así eran las cosas y que así serían. Esa tarde tenía que ir a hacer unos pagos, y lo dejé en casa, confiándole mi espacio como solo a un amigo se le puede confiar. Al regresar, él no se encontraba en casa, el televisor permanecía encendido y no había colillas en el cenicero que había dejado limpio, cuando era costumbre que al regresar, él lo tuviera colmado de estas. No sospeché nada malo, a veces las personas nos movemos impulsivamente y sin pensarlo nos vamos a lugares donde nos podamos sentir mejor. Luego fui a mi cuarto, y al prender la luz noté de inmediato que la cruz que había dejado sobre la mesa, casi en el centro de esta, con su parte frontal mirando hacia mi cama, no se encontraba y de pronto me entró algo así como un impulso violento por tirar las cosas y sin darme cuenta, la pantalla del computador estaba destrozada, que los billetes y los vinilos estaban hechos añicos y las monedas regadas en el suelo me observaban como si fueran los ojos de un monstruo que desde la tierra me miraban fríamente, mientras me convertía en un ser de ritos violentamente extraños. Al recobrar un poco la calma salí de casa, me fui siguiendo la ruta que me conducía a la casa de aquel que me había traicionado. Al llegar pregunté por él, me dijeron que no se encontraba, que había salido de viaje por unos negocios. Entonces regresé a mi hogar, y con la misma paciencia que tenía en escudriñar los objetos, con esa misma paciencia esperé a que llegara el día que él regresaría. Pero no era suficiente el hecho de estar esperando y construyendo las calles por donde conduciría a mí venganza hasta su fin, también salí y averigüé como era posible que mi amigo, al que en más de una ocasión le había confiado a mi mujer y a mis hijos, pudiera haberme hecho algo así. Pero las lenguas no tardaron en dejar libres sus palabras envenenadas y entonces me di cuenta que el viejo de la joyería, el cual era su suegro, le convenció para hacerme el robo y que si me traicionaba, él pagaría las gigantescas deudas que día a día le quitaban el sueño. Mas no sabía mi amigo, que si las deudas le quitaban el sueño ahora yo planeaba con dejarlo soñar por siempre. Recuperé la cruz, fue sencilla, mandé a alguien a hacer negocios con el viejo, era la cruz o su vida y el hijo de puta ese no recibió un solo cinco por la transacción. No pasaron más de quince días cuando me contaron que mi amigo había regresado. Llegué a su casa y al verme me saludó de la manera más hipócrita mente normal que un hombre podría hacerlo, y me tendió su mano y me dio un beso en la mejía para luego expresarme que por la gracia de Dios había salido de su mala situación económica. Mientras él hablaba, saqué sigilosamente la cruz del bolso en donde la guardaba y de pronto, tomándola por la parte a la que mejor se aferraban mis manos, comencé a darle de golpes, hasta que mis manos estaban impregnadas de su sangre, y solo puede escuchar sus gritos cuando solté la cruz y la dejé caer a sus pies como quien tira junto con la vida todo lo que uno a cargado con ella. Esa misma noche que escapé del lugar, soñé que era crucificado en una cruz de plata y que un hombre, en otro lugar, moría por haberme traicionado. Ahora recuerdo con exactitud mi última visita al impostor del joyero, y aquella balanza que me dio la escalofriante cifra en peso de treinta monedas de plata. Si hubiera reflexionado más en eso, mejor hubiera vendido la maldita cruz y otro hombre, en otro lugar, sería el que tendría la pesadilla de la traición y del terrible dolor de una fría crucifixión.

martes, 4 de junio de 2013

RETRATOS



Estos RETRATOS que leerán a continuación, vieron la luz por vez primera en el primer número de la revista  “imaginaria” de la ciudad de Tegucigalpa, dirigida por el poeta Rigoberto Paredes y Roberto Castillo. Es un honor sin duda, que alguien del peso de Eduardo Galeano haya querido hacer partícipe de estos magníficos retazos, a una revista de un país como éste, en donde el arte es visto como una piedra en la cual el pueblo no debe tropezar con el píe de su ignorancia. Sin más que decir, aquí los dejo frente  a estos RETRATOS, dónde el pincel transfigurado en pluma, nos muestra parte de la esencia de estos seres que ya sea por su bondad, su libertad, su despotismo, valentía o su rebeldía, seguirán vivos en nuestra memoria histórica.

BARRETT (1908, Asunción)

Está dispuesto a salvar al mundo aunque el mundo no quiere. El joven anarquista arenga al pueblo en las esquinas, subido a un cajón, y publica artículos de revelación y denuncia. Rafael Barrett se mete en la realidad paraguaya, realidad que delira como un moribundo, y en ella se quema.
Quizás él había vivido en el Paraguay antes, siglos o milenios antes, quién sabe cuándo, y lo había olvidado. Lo cierto es que hace cuatro años, cuando por casualidad o curiosidad Barrett desembarcó en este país, sintió que había llegado a un lugar que lo estaba esperando, porque este lugar era su lugar en el mundo. El más paraguayo de los paraguayos, el más miga de este pan, el más yoyo de esta tierra, ha nacido en Asturias, de madre española y padre inglés, y se ha educado en París.
El gobierno paraguayo manda echar a Barrett. Las bayonetas lo empujan a la frontera. Lo deportan por agitador extranjero.

PANCHO VILLA (1911/ Campos de Chihuahua)

De todos los jefes norteños que han llevado a madero a la presidencia de México, Pancho Villa es el más querido y queredor.
Le gusta casarse y lo hace a cada rato. Con una pistola en la nuca, no hay cura que se niegue ni muchacha que se resista. También le gusta bailar el tapatío al son de la marimba y meterse al tiroteo. Como lluvia en el sombrero le revotan las balas.
Se había echado al desierto muy temprano:
-Para mí la guerra empezó cuando nací.
Era casi niño cuando vengó a la hermana. De las muchas muertes que debe, la primera fue de patrón; y tuvo que hacerse cuatrero.

Había nacido llamándose Doroteo Arango. Pancho Villa era otro, un compañero de banda, un amigo, el más querido: Cuando los guardias rurales mataron a Pancho Villa, Doroteo Arango le recogió el nombre y se lo quedó. El paso a llamarse Pancho Villa, contra la muerte y el olvido, para que su amigo siguiera siendo.



ISADORA (1916/Buenos Aires)

Descalza, desnuda, apenas envuelta en la bandera argentina, Isadora Duncan baila el himno nacional.

Una noche comete esta osadía, en un café de estudiantes de Buenos Aires, y a la mañana siguiente todo el mundo lo sabe: el empresario rompe el contrato, las buenas familias devuelven sus entradas al Teatro Colón y la prensa exige la expulsión inmediata de esta pecadora norteamericana que ha venido a la Argentina a mancillar los símbolos patrios.

Isadora no entiende nada. Ningún francés protestó cuando ella bailó la Marsellesa con un chal rojo por todo vestido. Si se puede bailar una emoción, si se puede bailar una idea, ¿por qué no se puede bailar un himno?

La libertad ofende. Mujer de ojos brillantes, Isadora es enemiga declarada de la escuela, el matrimonio, la danza clásica y de todo lo que enjaule al viento. Ella baila porque baila gozando, y baila lo que quiere, cuando quiere y como quiere, y las orquestas callan ante la música que nace de su cuerpo.


VALENTINO (1926/Nueva York)

Anoche, en una cantina italiana, Rodolfo Valentino cayó fulminado por un banquete de pastas.

Millones de mujeres han quedado viudas en los cinco continentes. Ellas adoraban al fino felino latino en las pantallas-altares de los cines-templos de todos los pueblos y ciudades. Con él cabalgaban hacia el oasis a través del viento del desierto, entraban en trágicos ruedos de toros y misteriosos palacios, bailaban sobre suelo de espejos, se desnudaban el los aposentos del príncipe hindú o del hijo del Sheik: eran atravesadas por la mirada del él, lánguido taladro, y estrujadas por sus brazos se sumergían en hondos lechos de seda.

Él ni se enteraba. Valentino, el dios de Hollywood que fumaba besando y miraba matando, el que cada día recibía mil cartas de amor, era en realidad un hombre que dormía solo y soñaba con la mamá.



OBREGON (1928/Ciudad de México)

En la hacienda del Nàinari, en el valle del Yaqui, aullaban los perros.

Que se callen! –Mandó el general Álvaro Obregón.
Y los perros ladraron más.
­­-¡Que les den de comer! –Mandó el general.
Y los perros no hicieron caso de la comida y siguieron el alboroto.
Échenles carne fresca!

Y tampoco la carne fresca hizo callar a los perros. Y fueron golpeados, pero continuó el clamor de la jauría.

-Yo sé lo que quieren – Dijo entonces resignado obregón.

Esto ocurrió el 17 de mayo. Y el 9 de julio, en Culiacán, estaba Obregón bebiendo un fresco de tamarindo a la sombra de los portales cuando sonaron las campanas de la Catedral y Chuy Andrade, poeta, borracho le dijo:

-Mocho, tocan por ti.
Y al día siguiente, en Escuinapa, después de un festín de tamales barbudos de camarón, estaba Obregón subiendo al tren cuando Elisa Beaven, buena amiga, le apretó el brazo y le pidió, con su voz rasposa:

-No vayas. Te van a matar.
Pero Obregón entró al tren y llegó a la capital. Obregón habría sabido abrirse camino, a tiros y sombrerazos, en los tiempos en que zumbaban las balas como avispas, y había sido matador de matadores y vencedor de vencedores, y había conquistado poder y gloria y dinero sin pagar, a cambio, más precio que la mano que Pancho Villa le voló, de modo que no iba a andarse con vueltas ahora que sabía que se le estaba acabando los días de la vida. Siguió como si nada, pero triste. Había perdido, al fin y al cabo, su única inocencia: La dicha de ignorar su propia muerte.

Hoy, 17 de julio de 1928, dos meses después de que los perros ladraran en Nàinari, un fanático de Cristo Rey mata al reelecto presidente Álvaro Obregón en un restaurante de la ciudad de México.






OBDULIO (1950/Río de Janeiro)

Viene brava la mano, pero Obdulio saco pecho y pisa fuerte y mete pierna. ÉL más crece mientras más ruge la inmensa multitud, enemiga, desde las tribunas.

Sorpresa y duelo en el estadio de Maracaná: el Brasil, goleador, demoledor, favorito de punta a punta, pierde el último partido en el último minuto. Le gana al Uruguay, jugando a muerte. El Uruguay es campeón del mundo por obra y gracia del vozarrón y de las mañas de Obdulio Varela, el capitán, negro mandón y bien plantado, que no se achica.

Al anochecer, Obdulio huye del hotel. Se va a beber por ahí, a celebrar en soledad, pero por todas partes encuentra brasileños llorando.
-Todo fue por Obdulio – dicen, bañados en lágrimas, los que hace unas horas vociferaban en el estadio – Obdulio nos ganó el partido.
Y Obdulio siente estupor por haberles tenido bronca, ahora que los ve de uno a uno. La victoria empieza a pesarle en el lomo. Él arruinó la fiesta de esta buena gente y le viene ganas de pedirles perdón por haber cometido la tremenda maldad de ganar. De modo que sigue caminando por las calles de Río de Janeiro, de bar en bar, y asì amanece, bebiendo, abrazando a los vecinos.


ALMEIDA (1957/El Uvero)

Juan Almeida dice que lleva dentro una alegría que todo el tiempo le hace cosquillas y lo obliga a reír y a saltar, muy porfiada alegría si se tiene en cuenta que Almeida nació pobre y negro en esta isla de playas privadas cerradas a los pobres por pobres y a los negros porque tiñen el agua, y que para más maldición decidió hacerse peón de albañil y poeta, y que por si fueran pocas las complicaciones echo a rodar la vida en este juego de dados de la revolución cubana y fue conquistador de Moncada y condenado a prisión y a destierro y navegante del Granma antes de ser el guerrillero que está siendo y que acaba de recibir dos balazos, no mortales pero jodidos, uno en la pierna izquierda y otro en el hombro, durante el combate de tres horas contra el cuartel del Uvero, a orillas de la mar.



BARRIENTOS (1967/La Paz)

En hombros del Nene, su gigante guardaespaldas, el general René Barrientos atraviesa la ciudad de la Paz. Desde arriba del Nene, va saludando a quienes lo aplauden. Entra en el palacio del gobierno. Sentado en su escritorio, con el Nene detrás, firma decretos que venden a precios de remate el cielo, el suelo y el subsuelo de Bolivia.

Hace diez años, Barrientos estaba pasando una temporada en un manicomio de Washington, DC, cuando le vino a la cabeza la idea de ser presidente de Bolivia. Hizo carrera por la vía del atletismo. Disfrazado de aviador norteamericano, asaltó el poder; y lo ejerce ametrallando obreros y arrasando bibliotecas y salarios.
El matador del Che es gallo cacareador, hombre de tres huevos, cien mujeres y mil hijos. Ningún boliviano ha volado tanto, discurseado tanto ni robado tanto.
En Miami, los exiliados cubanos lo eligen hombre del año.

REVUELTAS (1968/Ciudad de México)

Tiene medio siglo largo, pero cada día comete el delito de ser joven. Está siempre en el centro del alboroto, disparando discursos y manifiestos. José Revueltas denuncia a los dueños del poder en México, que por irremediable odio a todo lo que palpita, crece y cambia, acaban de asesinar trecientos estudiantes en Tlatelolco:
-Los señores del gobierno están muertos. Por eso nos matan.
En México, el poder asimila o aniquila, fulmina de un abrazo o de un balazo: a los respondones que no se dejan meter en el presupuesto, los mete en la tumba o en la cárcel. El incorregible Revueltas vive preso. Rara vez no duerme en celdas y entonces se pasa las noches tendido en algún banco de la alameda o escritorio de la universidad. Los policías lo odian por revolucionario y los dogmáticos por libre; los beatos de izquierda no le perdonan su tendencia a las cantinas. Hace un tiempo, sus camaradas le pusieron un ángel de la guardia, para que salvar a Revueltas de toda tentación, pero el ángel terminó empeñando las alas para pagar las juergas que se corrían juntos.

RUGAMA (1970/Managua)

El altivo poeta, el chaparrito de sotana que comulgaba de pie, dispara hasta el último tiro y cae peleando contra todo un batallón de la dictadura de Somoza.

Leonel Rugama tenía veinte años.

De los amigos, prefería a los jugadores de ajedrez. De los jugadores de Ajedrez a los que pierden por culpa de la muchacha que pasa. De las que pasan a la que queda. De las que quedan a la que todavía no llegó. De los héroes, prefería a los que no dicen que mueren por la patria.

De las patrias, a la nacida de su muerte.

lunes, 27 de mayo de 2013

Sobre una premonición (Pequeña muestra de temores)



Antítesis de un encuentro

                                                                 Abyssus abyssum invocat

No puedo romperte los pasos
Para alcanzarte en la calle en que sembramos nuestros nombres.
Es imposible seguirte y guiarme por tu sombra
Guiarme por las huellas que me dejaste en el pecho.
Aguarda
Y espera a que mis raíces te alcancen
Que mis flores te golpeen con su aroma.
Deja caer el hacha y no sigas besando el filo
Que un día me cortó la sonrisa que nacía sin mascara.
Descansa
Calma la tempestad de tus pasos
Permite que la tormenta de tus impulsos abrace mi calma.
No puedo romperte los pasos
Vas a toda prisa
Como si el verano amenazara con calmar tus tempestades
Y con darle vida a tu sombra de muerte.
No puedo romperte los pasos para alcanzarte
Vas a toda prisa
Pero si puedo romperme los míos
Y dejarte ir a mi encuentro.

Ya no pares.

Nunca ha sido fácil

Nunca ha sido fácil morirse uno
Así como romper un vaso de cristal
Así como quebrarle la rama a un pájaro.
-Es sencillo; solo cierra los ojos y ábrelos nunca.
Es sencillo, sí
Como absorber el fracaso en nuestras manos-
Nunca ha sido fácil
Es mentira
Uno lleva el deseo en el pecho
Y el corazón palpita de burlas hacia uno mismo.
A veces es mejor tirar las cosas
Y dejar que el tiempo las selle y las abone
Y que de ellas nazca un hermoso nido de gusanos
-Es tan fácil como parpadear.
Cierra los ojos, ábrelos nunca-
Nunca ha sido fácil morirse uno
Cuando en realidad estamos muertos.


La última ventana


Cuando me sienta triste
voy a deshilachar mis alientos
o tal vez los deje marchar por si solos.
Cuando este muy alegre
y mi tiempo este por terminar
Voy a tejer más días
o tal vez si tengo suerte
vengan por si solos.
Cuando ya no este ni alegre ni triste
compraré un cuarto
con una sola ventana que apunte al cielo
lastima que lo único que miraré será
tierra y lodo.


Un niño pregunta sobre lo que se va


-¿Ves al pájaro aquel, que cae de la rama?
-Es una canción con alas, escapó de mi boca
-Suena triste, muy triste, su canto es tan oscuro
-Soy yo, he nacido en una noche rota
-El pájaro es mudo y aun así canta y canta
-Soy yo, ¿no lo ves? Canto con el corazón
-Parece que regresa, sin alas y sin canto
-¿No ves que muero y muero dentro de una ilusión?
-¿Ves al pájaro aquel? Esta triste y sólo
- La canción ha terminado. Ya no hay aire en su pulmón.
-¿Viste al pájaro aquél que cayó de la rama?
-…


Moriremos de dolor una mañana alegre


Moriremos de dolor una mañana alegre
La sangre será libre de la cárcel de esta carne
Y nacerá un río rojo
Un río donde los peces se multiplicarán en el comunismo de mis venas.
Moriremos plácidamente
En la hora que el beso que se estampa en la palabra
Deje de ser indició de una amarga despedida
De un adiós definitivo con tintes de esperanza.
Moriremos de dolor
Y los pájaros cantarán de alegría
Pensando en los gusanos que se alimentaran de nosotros.
Moriremos una o mil veces
De eso no hay duda
En una fría mañana alegre
Como la que aun no he tenido
Y que se dibuja en el precipicio de mi mano.


 Regalo de consuelo


Me han ofrecido la muerte
Como se ofrece un colorido ramo de flores
Me la ofrecieron fresca
Y llena de vida como rosa matutina.
-Señor ¿tiene usted eternos floreros negros?
Porque hoy me han ofrecido la muerte
Como se ofrece un fresco ramo de flores
Y lastimosamente no tengo un florero para guardarlas.
Me han ofrecido la muerte como un ramo fresco
Y solo tengo la tierra de mi cuerpo para abonarla.



miércoles, 17 de abril de 2013

LA ÚLTIMA VERDAD





El viejo poeta llegó a la isla por dichosa suerte. Único sobreviviente del huracán asesino que hizo pedazos el barco que tripulaba.

Miró a su alrededor y observó las cosas como si era la primera vez en su vida que abría los ojos. Se sentó y pensó en lo que sería de su vida, pero de nada le servía pensar en árboles frutales, ni verduras, ni nada que pudiera ayudarle a sobrevivir. Cansado de caminar, se tiró al suelo y decidió que si la muerte vendría, cosa que era muy segura, la esperaría sentado, sin caminar, sin correr, sin parpadear, no quería parecer un cobarde y deseaba verle a la cara.

-Bueno – se dijo -Ya que estoy solo y sin nada, haré lo único que me queda hacer; oleré las flores que nunca he olido, escucharé atentamente el lenguaje del viento y de las olas. Mi paladar será el único desafortunado, y por último, recitaré con la mejor entonación posible los poemas que siempre me han acompañado.

Terminó cansado de oler las flores, de tocar cosas viejas, de escuchar la voz del viento y de mirar al sol. Después de no comer ni beber nada en cuatro días, tan solo le quedaba hacer lo que según él le quedaba por hacer; Recitar. Comenzó a palabrear y se miraba absurdo, ridículo, loco, completamente loco, aunque no había perdido la cordura. Nunca estuvo más cuerdo que en ese momento. Y con su gran imaginación de poeta, idealizó un gran público y dijo en voz alta lo siguiente –Estos poemas son para ustedes más que para mí, mis únicos herederos.

Y comenzó por Dante, luego Petrarca, Lope, Quevedo, Cetina. Y así iba como caminando por el tiempo. Que Nerval, Werther, Byron, Espronceda, Verlaine, Baudelaire, hasta llegar a sus propios poemas y las horas clavaban sus segundos en cada parte viva de aquel viejo para matarlo poco a poco, así de a poquitos, como le gusta al tiempo matarlo a uno. Después de largas horas de poesía, no se escuchaban aplausos, ni comentarios, ni siquiera reproches, y esto le pareció extremadamente aburrido y deseaba fervientemente que por lo menos estuviesen ahí, sus críticos más ponzoñosos.

Luego de unas horas estaba tan enfermo y loco que al levantar la vista dijo:
-Puta… recité tanto que los aburrí, con razón ya no hay nadie, si por lo menos hubiera hablado dos cosas que ellos querían escuchar no me hubieran dejado solo, ¡Soy un pendejo! ¡Soy un pendejo! !Soy un pendejo!...

Y así iba de reproche en reproche. No me terminaron de contar su historia, pero me entristeció mucho que hasta el final de su vida se hubiera dado cuenta de quien había sido.



domingo, 10 de marzo de 2013

LA VENGANZA



LA VENGANZA


Lucas sale del trabajo muy molesto “El día es pesado” –dice “el día es pesado como la tierra misma” Y siente bajo su lengua un poco de esa amarga tierra que le hace escupir como un maníaco  cada tantos segundos, cada tantos pedacitos de tierra en cada escupida. Va directo al café, solo ahí siente una tranquilidad después de la pesada jornada. Lo pide fuerte, doble… dos dobles. Saca un libro mediocre, lee unas cuantas páginas, no aprende nada, pero es obstinado en perder el tiempo. Frente a la mesa pasa Virginia, él sonríe y levanta su mano, la agita frenéticamente para saludar. Ella lo ignora. ¿Por qué? ¿en qué momento le ha tratado de alguna manera no grata para que esta lo ignore? “Mujeres idiotas” –Dice “Al fin y al cabo mujeres” Se levanta de repente, el sabor amargo se acrecentá en sus paladar .Escupe, otro pedazo de tierra húmeda sobre el suelo. Llega a casa pero esta confundido, no sabe con certeza porque esta ahí, no sabe en realidad si esa es su casa. Cuando entra se siente más confundido que nunca, las cosas alrededor le dan un poco de repugnancia, el color de las paredes le molesta sobremanera. -Algo pasa -Se dice consternado, y va sintiendo un asco profundo cada vez que mira alrededor, cada vez que se ve las sucias manos. Entra al baño y se moja el rostro como para salir del sopor que le embriaga y entonces se escucha un grito salir de su boca.  Se ha visto al espejo con odio, escupe directamente al reflejo. Se escucha un golpe y sus nudillos están ensangrentados. No es él quien esta ahí. Se mira sin mirarse, el rostro en el espejo es el de Rosendo Montes, el hombre que mató a su mujer en la noche más oscura de todas. La noche en que esta le dijo que no quería nada con él porque estaba enamorada de su esposo, de su Lucas que tanto la adoraba. Está demasiado consternado, se cree en una pesadilla. Mira el reflejo del televisor y de repente  se escuchan los pedazos de vidrio del monitor cayendo al suelo. Lucas entra al baño y se deja empapar por completo. Cree que la tensión le ha producido esa terrible escena. Entra a la cocina sin ganas de seguir mirándose, pero la curiosidad es poderosa. Se mira en la tapadera de una olla, y se escucha la explosión del metal sobre la pared. Vuelve corriendo a su cuarto, coge el espejo que hay en su gaveta. Se mira de nuevo y se observa con tanto odio, que sus ideas de venganza comienzan a tomar color y forma. Toma un cuchillo y mirándose al espejo comienza a arrancarse una oreja, el dolor toca la puerta pero el odio no le abre. Se ve un poco satisfecho “Hijo de puta” Se dice al mirarse sin mirarse. Se mete el cuchillo en la boca y mira como sale la punta por la mejilla izquierda y como ésta avanza hasta llegar a la comisura de los labios. La sangre brota por montones, el suelo se inunda en un mar rojo. Cuando se mira de nuevo sonríe, dolorosamente se nota una sonrisa en la parte del rostro que aun no se ha cortado. Mira con sus ojos otros ojos. Con la determinación de terminar lo que se comienza, se corta uno, un homenaje al perro andaluz, se corta la pupila y se acerca un paso a la ceguera. Duele demasiado, grita como un loco. Se toca el rostro y con su único ojo puede ver sus manos ensangrentadas. Pero no importa el dolor, había podido vengarse. “hijo de la gran puta un día me las ibas a pagar” se decía fuera de si mismo, ¿Pero, quien no podría estar fuera de si en esa situación? Lucas cae al suelo, la fuerza comienza a escapársele de a chorritos. Desea verse al espejo por ultima vez, busca el pequeño espejo que se ha caído de sus manos, mira bien y ve un rostro desfigurado. Una escena espantosa se refleja sobre el único cristal vivo en la casa. Mira su rostro y se reconoce, se lo acerca y a quien mira es a Lucas, el mismo que salió esa tarde del trabajo con ese sabor amargo y ese peso sobre los hombros que le agobiaba, el mismo Lucas, que la noche anterior había asesinado a una mujer solo porque le había dicho que ya no seguiría más con él, porque amaba a su esposo tanto como él la amaba. Lucas sonrió, se notaba únicamente porque dejo escapar el sonido de una sonrisa. Ya su rostro solo era una escena de horror. Pero se sentía feliz, había matado lo que más odiaba. “Hijo de puta” -Se repetía como un loco “Bien sabía que me las tenías que pagar”.

jueves, 28 de febrero de 2013

EL SICARIO JOE (Noé Lima)




Usa la navaja de su padre
la oxidada biblia debajo de la faja
él aprendió en la infancia
cómo cortarle el hambre a los peces dormidos de sus manos
lo hizo de un tajo siempre
cuando la úlcera apretaba al ombligo náufrago de la noche
los dientes cariados esparcían algún roído poema en el aire
el apretón de la puerta al encerrar al silencio
a lo sumo
al llanto
el sicario Joe
apenas sabe leer
sabe nada más el peso del alfabeto cuando mata
las letras de cada nombre en las estrías de la navaja
apenas puede medirle la sonrisa a sus huesos
el ecuador a una bala susurrándole a cada víctima
la nostalgia de los inviernos
el sicario Joe
apenas recuerda cómo oler pegamento
para dejar de comerse la uñas
lo difícil que es vivir a los quince años
con la suela confesora de la última escaramuza
apenas recuerda el olor del humo de la cocina
la última huella de su madre
esa disecada niebla
que en prisión camina más lento en los espejos.







NOÉ LIMA
Nació en Ahuachapán, noviembre 21 de 1971. Escritor, poeta y pintor. Noé Lima fue miembro fundador y director del grupo literario TECPAN (Universidad Doctor José Matías Delgado), y desde 1994 participa en diversos recitales, encuentros y conversatorios dentro y fuera del país, entre ellos “Manisfestarte”, “Barrilete”, “Industrial” y recientemente “VIII Encuentro Internacional de Escritores Eunice Odio”. Ha participado en más de una docena de exposiciones colectivas en el área de las artes plásticas. Colaboró en la antología del grupo literario “Lugar donde duerme la campana del amor”. Ha publicado en diversos suplementos culturales, aparece en diversas antologías de poesía, fue  coordinador del suplemento cultural ALTAZOR del diario El Mundo de El Salvador. Finalmente, también, ha publicado su primer libro “Efecto Residual”(Ediciones Mundo Bizarro, Guatemala 2004) y tiene en preparación las siguientes obras: “El Alma del viento”, “El ojo de la ira”, “tempestades” y “Morbo”.