martes, 23 de febrero de 2010

SOBRE UNA NOVELA


Luego que la idea le viniera y que esta no le dejara ni de día ni de noche, sintió un poco de tranquilidad, cuando decidió que en vez de pensar tanto en los detalles, era tiempo de sentarse y trabajar.
Al sentarse sintió un hormigueo que le llegaba desde la punta de los dedos de su manos hasta el cerebro, luego de eso, la sensación era como si le estuviesen jalando los pelos de su cabeza y entonces sus manos que estaban listas a escribir la primera y magnifica palabra, pasaron a su cabeza para rescatarla de la mano invisible que le agobiaba.
Se levanto por un trago de whisky, pues pensaba que todo escritor de categoría, tenía que tener su whisky a mano y miraba la fotografía de Charles B. con un semblante de discípulo entregado y reía cándidamente cuando su mente le hacía creer que el de la foto era él, y otro joven en otro lugar lo tenía en la pared de su cuarto para inspirarse al echarle un ojo y también se soñaba como un gran escritor que después de vivir miseria tras miseria, era respetado por cientos de imbéciles que se hacían llamar “escritores” cuando solo publicaban en alguna revista o periódico de su ciudad, cuando cualquier mentecato podría hacerlo, si conocía a algún editor de tales revistas o periódicos. Eso mismo era lo que le había incentivado a no pertenecer a ese circulo de analfabetos colegiados, a esa orgía dantesca que por saberse una cuantas citas y decirlas a la hora más oportuna, eran tomados en cuenta como grandes lectores de grandes obras. Por eso desde que le vino la idea de sobresalir con una novela, no de esas que se venden a los alumnos para luego aplicarles una prueba de diez puntos, ni de esas que se venden para darle a entender a todo humano que su tesoro y su suerte están debajo de sus narices. No, su idea era distinta a cualquier otra, nada de caballeros listos a defender la libertad ni a castigar agravios, nada de enfermos que aprovechan la muerte de su pareja para acostarse con su pequeña hijastra, nada de países maravillosos donde se cortan cabezas, tampoco de trastornos de tamaño o de forma, ni de amadas dantescas o zorrianas que liberaran al personaje en la última línea. Su idea era fabulosa, era algo que se salía de los parámetros y a la vez encajaba perfectamente en ellos. Nunca dudo que él era el primer hombre a quien se le ocurriese algo así, nunca dudo de su genio y esta vez debía demostrar que lo que iba a hacer era una revolución, la palabra utopía desaparecería luego de terminado su trabajo, y Tomás Moro, solo sería el bufón de una corte, donde los hombres no tenían más esperanza que la se vislumbra en un sueño.
Se sentó de nuevo y antes de comenzar, pensó que después de la primera palabra no habría vuelta a tras, así que antes de iniciar su gran obra, decidió tomarse otro trago, ya que no es de personas razonables tomar mientras se escribe un trabajo profesional y de tan alto nivel. Cuando terminó de beberse el trago, recordó a su novia y al pensar en todo el tiempo que no la vería, en todo el tiempo que no escucharía su dulce voz por estar trabajando arduamente, dos lágrimas corrieron por sus delicadas mejillas. Pero ya era tiempo de comenzar, esto tenía que ser ahora o nunca y decidió que sería ahora. Al poner la primera letra, le vino a la mente el titulo del libro de un escritorzuelo de cuarta, que tenía a muchos ciegos y tuertos a sus pies y vaya casualidad, que ese libro comenzaba con la mismísima letra que el tenía planeado colocar, así que sin pensarlo dos veces cambio la primera letra, aunque esto le hacía cambiar la primera palabra y con esto la primera idea también cambiaría. Esto era el colmo, jamás imaginó que su genial obra tuviera que comenzar con la misma letra con la que empezaba la obra del tipo que tanto repugnaba, no señor, él no era ningún imitador, su obra sería como ya lo había mencionado, su idea era fabulosa, era algo que se salía de los parámetros y a la vez encajaba perfectamente en ellos.
No obstante, al cambiar la primera palabra, se dio cuenta que la idea se hacía menos visible, y al intentar repasar su idea primaría, lo único que miraba era una mancha en la primera frase. Y recordó una máxima de un filósofo francés que decía “Si la primera palabra falla, las otras serán el eco de la primera” Se jaló el pelo, buscó un diccionario de sinónimos y se dispuso a cambiar la palabra, pero de pronto otro problema, había olvidado cual era, por pensar tanto en la idea principal sin la cual obtendría la fama y el respeto que se merecía. Ya no podía hacer nada, todo le daba vueltas y su rostro comenzó a enrojecer como si un viento frío le azotara. Daba vueltas en el mismo cuarto, se sentaba y se levantaba al vislumbrar su idea a la distancia, pero cuando se acercaba a su imagen de pronto esta se esfumaba como humo. Entonces recordó que la palabra era la misma con la que comenzaba la obra del tipo del que tanto reprochaba. Se movió al estante, tomó el libro de porquería del escritorzuelo y leyó la palabra “Había…” Y de pronto su rostro se llenó de orgullo al recordar la idea que estaba ligada con la palabra y escribió al fin... “había una vez…” y luego se quedó pensando meditativamente en si esa frase no había sido escrita, pero no, eso no podía ser. Confiaba en su genio y en el prestigio que este le daría. Así que si más, comenzó su gran novela, con su gran frase de entrada y con su idea primogénita no antes producida en la cabeza de ningún humano.
Todos esperamos la obra para deleitarnos en su lectura, obra que nos hará ver diferente la literatura del siglo XXI. Yo por mi parte seguiré leyendo, no hay nada que me entretenga más, cuando no tengo nada que escribir.

2 comentarios:

Miguel dijo...

Había una vez...

Luis David dijo...

sos un pendejo lud... pero esta cagado de la risa, tenes una exelente ironia.