viernes, 14 de mayo de 2010

La picada del alacrán


Hoy me levante más temprano de lo normal. Fue porque ayer me acosté casi a las nueve y minutos de la noche, tenía tres días seguidos de desvelo. Me levante a leer a Hesse y me entraba una pequeña risa sarcástica de ver como su lobo estepario era dominado por el hombre común y corriente. Como lo vulgar de la vida podía definitivamente hacerle la vida más llevadera a un intelectual infectado de tanto conocimiento y por ende de problemas. Luego Deje a Hesse y continué leyendo los magníficos cuentos del sucio de La Habana, hasta que mi madre se me acercó con una pregunta en el rostro y dejo que esta bajara hasta su boca y pregunto:

-¿Vos agarraste un dinero que había ayer en la mesa? ¿Verdad que vos fuiste? Eso dinero no era tuyo

Yo no se porque las personas tienden a preguntar si ellos ya tienen una supuesta y real respuesta que definitivamente no es la misma que les daría la persona interrogada.

Le dije tranquilamente que yo tenía dinero, que no necesitaba más y que más bien ayer le devolví a mi padre el dinero que me había dado para que me cortara el pelo, obviamente no me lo corte.

Me fastidiaba que me trataran como un ladronzuelo, yo un escritor que solo me dedicaba a disfrutar de las aventuras que habían en mi camino sin joder a nadie ni que me jodieran, era así o no era nada. Me disgustaba que me dijeran que había robado, no porque nunca lo hubiera hecho, valga que lo había hecho infinidad de veces, si no porque esa vez mi mano estaba siendo injuriada cuando estaba en rehabilitación.

Mi padre bajo las gradas. Le pregunte por el dinero que se había perdido. Me contesto que nada se había perdido. Comprendí que mi viejo no sabía nada del dinero que yo supuestamente había robado. Ella le dijo que nada se había perdido, que no sabía de lo que yo estaba hablando. Me pare, recordé que ayer había fumado mucho y me agarre la cabeza pensando que ya estaba quedando loco, pensé que ya me había picado el alacrán. Que ya estaba en niveles de alucinación por meterme tanta basura. Pero no, después que mi padre subió las gradas mi madre me dio una reprimenda verbal porque yo no tenía que haber dicho nada. Entonces me alegre porque la locura no me había alcanzado, si era cierto que el dinero se había perdido, me alegre mas al imaginarme que lo encontraría y como estaba perdido no tendría que devolverlo y me alegraba mas saber que podía seguir fumando y no pensar en que tenía que dejarlo por mis supuestas alucinaciones.

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