martes, 11 de mayo de 2010

TRATADO DE MI MISMO (hecho un dìa que nunca tuvo que haber venido)


Termino de leer a Hesse, sus palabras frías han calado en mi ser profunda y sosegadamente. En vez de hacerme sentir algún sentimiento me ha llevado al otro lado, al no sentir nada por nadie, como ya hace días lo he notado (por lo menos nada sublime) y parece que mi camino se me presenta desértico con un cielo encantador, un cielo de ensueño al cual aspira mi alma. Hay cosas difíciles de soportar, yo he tenido en mi camino ciertas figuras que me han espantado de tal manera que han hecho que cierre mis ojos a lo poco de humano y de calido que pueda quedar. Entonces ahí me veo, profundamente, el lobo que detesta todo lo superfluo, todo encantamiento fugaz que solo deja el amargo sabor de lo que un día fue bueno. En tanto estoy yo, fuera de la criatura feroz que desprecia lo efímero de la vida. Estoy yo parado como a la espera de una aventura, por vulgar y fugaz que sea, una aventura que aleje el sabor de la monotonía que nos envuelve en su manto de desaliento. Luego, que disfruto de ese sabor que ya no recuerdo, vienen de nuevo el lobo y con sus fauces llenas de odio me reprocha mi vulgar servilismo, me muerde el lodo que llevo tras haber dado los pasos en la tierra de la cotidianidad y entonces me veo y sucio no solo de los zapatos si no de todos lados, recuerdo que estoy así por haberme lanzado al pozo de desperdicios que tenía una apariencia de cristales relucientes. Entonces me veo solo, y ya no espero la sonrisa de mis amigos, ya no espero la caricia de mi querida y ya no espero nada si no estar solo, aullando de dolor y de desprecio ante todo el artificio que atrapa al hombre que soy. Luego de meditar en mi mismo, en el vacío que llevo en los pasos, en las sombras que se me están escapando, creo en el lobo, creo que es el único que busca mi bien, mi lobo es distinto, en cambio al de Hesse, es mi humano el que me lleva a la ruina y mi lobo a la hermosa naturaleza. Si tengo que despeñar a alguien sería al hombre, se que si sigo a mi salvaje animal, que espera las cosas que nunca se miran, sería verdaderamente feliz.

2 comentarios:

Denisse Tercero Cano dijo...

La felicidad son pequeñas piezas que siempre tratamos de alcanzar mi querido amigo, es como tirarse al abismo... Y cuando todo esta completo, no interesa más, así una y otra vez volvemos a empezar.

Mónica Galdamez dijo...

esta wueno el texto